¿Cómo te explico? Tenes que acercarle la nariz. Fijate, en el cuello tiene como unos rollitos, bueno, es ahí. Pone la nariz, y respira. ¿Sentís? Es como un olor a un montón de cosas. ¿Y cómo puede ser que tenga olor a tantas cosas? Si recién comienza. Es el olor del principio de un mundito.
Camila canta. Se le envuelven los rulos rubios, se le mezclan con los falsetes, allá; arriba y vertical, que salen y bajan por un tubo que no existe. Se sostiene el aire. ¿Cómo flota algo que no veo? Suerte que tengo la imaginación.
Camina. Pie izquierdo adelante, punta y taco, luego pie derecho, y se van intercalando. ¿Cómo se llama? No te importa, por ahora sólo piernas, y tienen los pies pequeños, chiquititos. Las princesitas tienen pies chiquitos, siempre ha sido así. Y la matemática me enseña: a menor superficie de apoyo, más difícil mantener el equilibrio. ¿Será por eso que las princesitas necesitan de principitos? ¿Para ayudarlas a hacer equilibrio? ¿Y las princesitas que caminan solas? ¿Son menos princesas?
Hay un abismo al borde de un escote. Por algún lado, perdido, dice: 100% Algodón. Podría decir cosas más lindas. ¿O será a modo de control de calidad? Pronto no dirá nada. ¡Arrancaré las etiquetas!
Busco. No veo ninguna manchita. Completamente azules. Me los creo. A esos ojos, me los creo, enteros. De las pupilas a los párpados.
¿Qué quiero decir con todo esto? No lo sé. ¿Nunca han tenido la necesidad de describir las cosas lindas que uno descubre? ¿No han sentido que hay una comisión que se dedica a supervisar lo que uno dice? Y va diciendo: qué sí, qué no, qué después.
Me pudre la burocracia. Uno se la pasa pidiendo permiso para todo.