“Y llamó Jehová Dios al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo,
porque estaba desnudo; y escondíme.
(Génesis, 3,9)
La Biblia dice que el origen del miedo es causa del pecado original. Hasta ahí, los hombres andaban desnudos, comiendo frutas, ¡sin trabajar!
Fue una manzana, el origen del miedo de la humanidad.
Y a partir de ahí lo conocido: una industria de armas para generar miedo, otra para defenderse del miedo. Una industria de alarmas, de seguros, de seguridad, de gas pimienta, de pandillas que horrorizan, de pastillas que curan ataques de pánico.
Una industria de política, de agencias de noticias, de diarios amarillistas, de territorios ganados a base de miedo.
El miedo se ha perfeccionado, se ha industrializado.
Incluso hay una industria que se encarga de generar películas de horror, de seres imposibles, de asesinos seriales, de locos con motosierras, criminales quemados que atacan en los sueños, payasos malditos, de nenas que murieron en un aljibe. Para que pagues por tener miedo. Para que compres miedo.
Estamos creciditos, pero a veces, necesitamos correr la cortina de la bañadera o mirar debajo de la cama, para estar seguros que no hay nada, y todo por una manzana.
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