Alicia, asomada a la ventana, se cree parte. Se
descubre en los valles escondidos. Ve sombras cuando el sol está marcando el
mediodía, flores en las hojas otoñadas de los sauces, y resabios marrones y
aplastados en las flores del jacarandá. La acusarán de neutra, de incapaz de
tomar posiciones.
El mundo funciona así; dando vueltas para
centrifugarte, confundirte y dejarte de un lado o del otro. Y uno tan inocente,
tan niño, que cree que ha elegido, y lo único digno que puede hacer es
defenderse.
Alicia se asoma y ve pájaros. Pájaros en los
cables, en los árboles. Callados. Amordazados. Nada más triste que un pájaro
amordazado. Los pájaros fueron los primeros músicos de este mundo cuando
todavía la música era la simple combinación de sonidos y no la amalgama de
fragmentos pasados que luego confundimos con tanta onomatopeya, con tanta
industria, que nos convencieron de otra cosa.
Pensá con música Alicia. Pensá. No te limites a
las palabras o las imágenes. Hubo tiempos de pájaros más vivaces, más alegres.
Hoy andan con la rabia agarrotada, tiempos de pájaros guerreros. Hoy es tiempo
de pájaros que cantan bajo, pero cantan.
Sospecho actitudes crípticas, terroristas y
simbólicas. Sospecho que los pájaros están interpretando una sinfonía, cada
cual por su lado, solo falta aquel que las dirija, que las haga sonar al
unísono.
Y sin embargo, Alicia se apoya en la ventana con
un tanto de miedo. Miedo a que la música se acabe. Hoy más que nunca: no escuches
a tus miedos, Alicia, escucha a los pájaros.
Ellos no solo cantan, también hablan. La dinámica
del chisme. ¿Te lo contó un pájarito? Al fin y al cabo, un chisme es un
recuerdo hecho historia, hecho cuento, literatura mundana.
¿Necesita este mundo más personas que interpreten
a los pajaritos? ¿O solo menos gente que los utilicen como escudos? Lo que
cuento también forma parte del recuerdo, en algún lado, en cierto tiempo. No he
decidido si hacer cargo a los pájaros es cobardía, o forma parte de una
estrategia de ahorcar un realismo que solo termina entristeciéndonos frente a
un ventana cerrada un día de invierno con el frío queriéndose meter por las
hendijas.
Entregarse al realismo es dejar rengo al niño que
empuja dentro, al que imagina, al que descree de algunas cosas y da fuerzas
para creer en otras.
Estás loca Alicia, los pajaritos te hablan. Si
algunos escuchasen lo que te dicen, les dirían locos a ellos. Pero lo cierto es
que te suena muy coherente. Tan coherente que preferirías el silencio para que
no te señalen con el dedo y te persigan. El silencio es lo único que nos
defiende cuando nos obligan a decir aquello que se contradice con lo que
pensamos.
Alicia comprende: Necesitamos balcones, o al menos
ventanas, para ser parte, para asomarnos, pero sobretodo para que la brisa nos
cachetee suave en la cara y nos sintamos pájaros. Un balcón es un simulador de
pájaro.
1 comentario:
Es un placer leerte !
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