Estamos llenos de instrucciones,
reglamentos, leyes para convivir. Recetas que nos indican qué debemos hacer,
para suavizar de nuestros instintos, para que todo no sea una sucesión de
hechos improvisados, imprevisibles.
Pero a lo mejor, no todo
tiene un libreto, no todo puede planearse, no todo tiene una forma definida, no
todo puede agruparse con datos estadísticos.
A lo mejor, hay algo, algo que
no comprendemos, ….algo tan grande que se nos escapa, algo que no puede seguir
leyes o instrucciones. Algo inmanejable.
Mientras tanto, vivimos así,
aferrados a lo que recordamos, a lo queremos, a lo que pensamos que podemos
llevarnos y va a estar con nosotros siempre…..
A la larga nos damos cuenta;
no somos cajas de caudales, puertas oxidadas, o luces invencibles, inmutables. Somos frágiles, somos los instantes que recordamos, los que podemos
enumerar. Los instantes que nos dejan narrar. Somos momentos superpuestos con
intereses yuxtapuestos que tironean los cordones de la camisa de fuerza del mundo.
Hasta que un día el tiempo se
cansa de nosotros, y entonces abrimos los brazos, sin
temer a nuestro instinto, y somos capaces de usar palabras que nos acercan, y
eso que buscamos, simplemente; aparece.
1 comentario:
Que lindo volver a leerte. Hacía tiempo que no pasaba por acá.
¡salú!
Lucía
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