Alicia
baila y amasa la almohada. La arropa y confía.Y entonces la vida es calor, es
tener una almohada donde poner la cabeza y hablarle, contarle. Alicia le cuenta
historias de cosas que no han pasado.
Alicia
ha aprendido que el silencio también habla. Que el silencio también crea, deja
lugar y entonces ya no se muerde los labios si no que los relaja. Y lo que
espera no son las respuestas de un puñado de plumas y el único miedo es darse
cuenta de que ella puede pensar de forma oscura y tenebrosa, porque el resto
del mundo también puede hacer lo; y entonces la inocencia se vuelve el platito
de la taza de té de una abuela, que lo ve, lo siente, lo usa, pero lo ignora,
simplemente no le presta atención.
Alicia
ejecuta su serenata, como todas las noches. Canta suave y luego todo es sueño
para afuera, pero para adentro es otra cosa. Te lo explicaríamos camarada, te
lo explicaríamos, pero, por ahora, somos celosos de nuestra revolución, la
cuidamos tanto que es casi un secreto…tampoco es tan fácil andar de palabra en
palabra contando lo que Alicia siente.
Alicia
se alivia. Camarada, parece que andamos solos, parece, sosteniendo esto tan
grande que le decimos mundo.
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