Ojo,
ojito, que el trabajo no dignifica por sí mismo.
Lo
que dignifica es realizar una tarea que te desafíe, que te estimule,
intelectualmente, físicamente. Que te motive. Que te ahogue las ganas de martillar
el despertador, y termines acariciándolo como si fuese una señorita pecosa. Que
te haga un mejor ciudadano.
Lo
que dignifica es amar al trabajo. Elegir porque uno lo ama, y no amarlo porque
uno lo eligió.
Lo
que dignifica es, incluso a pesar de que no te guste, que te de la satisfacción
de poder mantener económicamente a los tuyos.
Lo
que dignifica es poder no darle a cada uno el valor de su salario.
Lo
que dignifica es aprender a respetar el trabajo ajeno, y no vivir mirando
cuando dinero ganan los demás.
Lo
que dignifica es no trabajar como una mula, abstraída de todo lo que pasa
alrededor. Entender que hacés, para quien, y que representa en el mundo.
Lo
que dignifica es respetar la capacidad de los que se prepararon pero también la
de los que no lo hicieron. (El hombre es lo que hace con lo pudo y quiso
aprender de lo que le quisieron enseñarle. Pensá que nuestro sistema de
educación, gratuito y pagado entre todos, educó a Favaloro, pero también a
Videla).
Te
hablaría de pasión, pero es una palabra peligrosa, porque la he visto en las
manos y en los ojos de gente que nos ven como números, que se dedican a
estafarnos, a psicopatearnos con la intención de vendernos algo, que se
satisfacen solo por el dinero. (Pensá, ¡pensá! Los directivos de TBA estuvieron
dispuestos a gastar menos plata en mantener los trenes, solo para que la
empresa gane más, con la sola excusa de que nadie los controlaba…pensar que en
estos tiempos está de moda la responsabilidad social empresaria).
Feliz
día, a los que hacen de su jornada de trabajo, ya sea con su intelecto o con su
físico, algo que no sea infame, a los que hemos caído en una trampa y nos damos
cuenta que la única forma de vencerla es trabajar por la gloria y no por el
dinero.
Al
resto, a los que se dedican a ver a los otros como números, o como mercados
potenciales, o amenazas, que te guían hacia un sistema de eficiencia donde lo
único importante es la ganancia, no, ni mierda… primero aprenderemos a
dignarnos por lo bueno, luego nos indignaremos con lo malo.
1 comentario:
Buenísimo!!! está claro que hay que respetarse primero uno a si mismo para que después te respeten los demás.
Un saludo
Mjose
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