No deseo ser realista, pretendo escribir música pero con palabras, porque los recuerdos suceden con música. Tengo trucos en el bolsillo y cosas bajo la manga, pero no quisiera ser un prestidigitador común. Pese a todo, no he podido determinar, si quiero mostrarles la verdad con la apariencia de la ilusión, o por el contrario, la ilusión con la apariencia de la verdad.....las palabras me preceden, me sobrepasan. Tengo que tener cuidado: sino las cosas se dirán sin que yo las haya dicho. Así como un tapiz está hecho de tantos hilos que no puedo resignarme a seguir solo uno....mi enredo surge porque una historia está hecha de miles de historias....



jueves, 25 de septiembre de 2014

Feliz cumple.

Me voy a buscar el auto. Camino por Guemes, llego a la esquina de Malabia y cruzo. Como la vereda está en reparación, la mitad está ocupada por unas vallas. Una parejita joven, van tambaleando. Ella habla fuerte y canta, él toma cervecita de una lata. Malditos modernosos. Calculo; tengo unos treinta metros para caminar por la calle y un auto viene de frente. Podría llegar hasta la vereda y tener que hacerles de cortejo, a lo mejor soportar que me pidan un cigarrillo y después fuego.
Decido, si voy por la calle y me tiro contra el cordón el del auto no tiene chances de dármela. Es la mejor opción para evadirlos. Pero…a mitad del camino la piba me mira…
-Señor, señor (y me hago cargo); una sonrisa, a ver una sonrisa.
Sonrió. (Soy fácil).
-Esa. ¡Qué linda sonrisa! - Me festeja ella que debe estar a mitad de camino de los treinta y yo soy, aún, más fácil. La evasión fracasa, me resigno y por las dudas pienso en qué bolsillo tengo cada cosa: billetera, plata (que no va dentro de la billetera, porque ésta sirve para guardar solo los documentos y otros relicarios como preservativos viejos, papelitos y tarjetitas).
-¿Hasta dónde va señor?
-Para allá- señalo hacia adelante.
-Nosotros también, podemos ir juntos. ¿Lo puedo agarrar del brazo? (Me agarra, y yo; fácil). ¿Le puedo cantar?
Ella no espera, me canta una canción rara. Rima bien, rima fuerte. Sigo sonriendo. El pibe atrás. Cada tanto pienso en qué bolsillo tengo cada cosa. Le pregunto de quién es la canción y me dice que es de ella y sigue cantando.
Llegamos a la esquina y la canción se interrumpe por el olor a paty grasoso para taxistas de la panchería de Armenia y Guemes.
-¡Qué olor a paty!
Ella me mira, ¿estará borracha, fumada o será siempre así? En esa esquina nuestros caminos de separan, yo me tengo que ir para el lado de Santa Fé y ellos para el lado de Charcas.
-Señor, gracias por escuchar mi canción. ¿Dónde vive usted? Porque yo vivo ahí nomás, ¿no seremos vecinos?
-Sí, acá nomás, sobre Scalabrini.
-Uh…se me desataron los cordones…
-Bueno, eso se arregla fácil, los atás y listo.
La miro. Me mira. No me voy agachar, pienso. No, no no. Pero sí, me agacho y le ato los cordones; porque lo importante es la historia, la anécdota. Por eso, y porque soy fácil.
-Gracias señor, gracias. ¿¡Dónde está Teddy!? – Teddy, el pibe, ya cruzó – Ahí está. Gracias señor, buenas noches…
Se va. Yo sigo mi camino.
Me rió. Me vuelvo a reir…
No quiero pensar…
¡¿Ustedes se dieron cuenta?!
La piba no me tuteó…y encima me dijo señor...muchas veces…muchas…demasiadas.
En fin, estás grande Estebitan, pero qué fácil Dios, qué fácil.

¡Aguante todo y feliz cumple Estebitan!