No deseo ser realista, pretendo escribir música pero con palabras, porque los recuerdos suceden con música. Tengo trucos en el bolsillo y cosas bajo la manga, pero no quisiera ser un prestidigitador común. Pese a todo, no he podido determinar, si quiero mostrarles la verdad con la apariencia de la ilusión, o por el contrario, la ilusión con la apariencia de la verdad.....las palabras me preceden, me sobrepasan. Tengo que tener cuidado: sino las cosas se dirán sin que yo las haya dicho. Así como un tapiz está hecho de tantos hilos que no puedo resignarme a seguir solo uno....mi enredo surge porque una historia está hecha de miles de historias....



sábado, 24 de noviembre de 2012

Franco compensatorio. (Hojas sueltas del diario de una galeanista).


Lo que hacemos en nombre del amor, ¡lo-qué-hacemos!
A veces pienso eso y me doy cuenta que lo grave no es hacer en nombre de, lo grave es lo que nos dejamos hacer en nombre del amor.
Cuando empecé a salir con Franco todavía salía con Juan Pablo. Salía en el sentido formar, hacía un tiempo largo que emocionalmente no nos conmovía nada uno del otro. ¡Tanta costumbre que podíamos darnos besos a la mañana sin lavarnos los dientes! Ni por asomo nos dábamos cuenta de las bacterias putrefractas que adornaban nuestras encías, de los restos de comida que se escondían bajo las fundas y coronas, en los intersticios molares. El simple hecho de besarnos era un mecanismo de defensa hacía cualquier otro intruso que pudiese desarmar aquello que habíamos construido.
Tan bien lo habíamos construido que nadie podía darse cuenta. Debía generar un terrible miedo meterse con nosotros. Las parejas ignoran lo que reflejan, ignoran la envidia que generan al resto de las personas. Hay gente en este mundo que se dedica a robar. Uno roba lo que desea del otro, no tiene mucho sentido la simple malicia del robo sin sentido. Cuando aprendemos a desear lo ajeno, nos transformamos en ladrones potenciales, sí, a partir de ese momento, y no antes. A partir de ahí somos criminales distraídos hasta que la oportunidad golpea nuestra percepción, y las cosas, así como están dadas, simplemente se vuelven estúpidas e insostenibles. Entonces, nos tomamos el segundo de imaginarnos como sería si…
Tomamos lo ajeno, tomamos lo que no nos pertenece, y nos excita, nos conmueve, nos alegra, porque es ponernos una máscara que nos arregla los defectos, y enaltece las virtudes.
Si Franco me hubiese visto con Juan Pablo, nunca se habría acercado a mí. Sospecho. No tiene el “physic du rol” de quien busca tormento. El amor y el masoquismo son caminos alternativos que nos conducen hacia el mismo lado, el sexo. Y cuando éste se convierte en un acto mecánico, en un acto que se establece siguiendo cinco o seis pautas nos convertimos en nuestros propios asesinos. Cuando sabemos como empieza y exactamente, como acaba, se muere.
¡Ay de mí! Si fuese poeta, diría que cuando sabemos como empieza y como acaba el sexo, un ángel se pega un tiro en las bolas. Pero soy tan mala para decir las cosas, tan mala que no lo intento. No me llevo bien con las rimas, las odio.
Hoy salí de aquello, y estar con Franco es como un saquito en primavera. Es útil, pero al llegar el verano terminará en el suelo. Es como un franco compensatorio.

jueves, 15 de noviembre de 2012


Estamos llenos de instrucciones, reglamentos, leyes para convivir. Recetas que nos indican qué debemos hacer, para suavizar de nuestros instintos, para que todo no sea una sucesión de hechos improvisados, imprevisibles.
Pero a lo mejor, no todo tiene un libreto, no todo puede planearse, no todo tiene una forma definida, no todo puede agruparse con datos estadísticos.
A lo mejor, hay algo, algo que no comprendemos, ….algo tan grande que se nos escapa, algo que no puede seguir leyes o instrucciones. Algo inmanejable.
Mientras tanto, vivimos así, aferrados a lo que recordamos, a lo queremos, a lo que pensamos que podemos llevarnos y va a estar con nosotros siempre…..
A la larga nos damos cuenta; no somos cajas de caudales, puertas oxidadas, o luces invencibles, inmutables. Somos frágiles, somos los instantes que recordamos, los que podemos enumerar. Los instantes que nos dejan narrar. Somos momentos superpuestos con intereses yuxtapuestos que tironean los cordones de la camisa de fuerza del mundo.
Hasta que un día el tiempo se cansa de nosotros, y entonces abrimos los brazos, sin temer a nuestro instinto, y somos capaces de usar palabras que nos acercan, y eso que buscamos, simplemente; aparece. 

sábado, 3 de noviembre de 2012

¿Para qué nos vamos a mentir en el amor?

Señorita 1    El amor es una mierda.
Señorita 2      ¿Cómo dice eso? (Reflexiona). Bueno, sí, es una mierda. ¿Para qué nos vamos a mentir en el amor?
Señorita 3      Parece el título de una novela pelotuda, o un poema insoportable; ¿Para qué nos vamos a mentir en el amor?
                     ¿Para qué?
                    ¿Para disfrazarnos de hojas tristes?
                    ¿Para jugar a los abanicos mientras la noria del tiempo nos sucumbe, nos maltrata con ires, y venires absurdos, mientras intenta que seamos tierra de la tierra que fuimos, y que irrenunciablemente seremos?
                     ¿Para conjurarnos un futuro incierto, donde la realidad se conmueve con el mismo reglamento que lo visual? ¡Por qué solo amamos lo que vemos! ¡Por qué solo somos lo que vemos! Lo que los ojos nos traducen en realidad.
                     ¿Para que nos vamos a mentir en el amor?
                     Si los resultados serían los mismos que ahora.
Una casa triste, una sonrisa caída, un domingo aburrido, un dolor en el pecho, y la angustia, bella y pálida dama que nos domina, nos silencia, a los dos.
Señorita 1      (Aplaude). Bello, bellísimo. ¿Es de usted?
Señorita 3      Sí...no sé, estaba mandando fruta....