No deseo ser realista, pretendo escribir música pero con palabras, porque los recuerdos suceden con música. Tengo trucos en el bolsillo y cosas bajo la manga, pero no quisiera ser un prestidigitador común. Pese a todo, no he podido determinar, si quiero mostrarles la verdad con la apariencia de la ilusión, o por el contrario, la ilusión con la apariencia de la verdad.....las palabras me preceden, me sobrepasan. Tengo que tener cuidado: sino las cosas se dirán sin que yo las haya dicho. Así como un tapiz está hecho de tantos hilos que no puedo resignarme a seguir solo uno....mi enredo surge porque una historia está hecha de miles de historias....



domingo, 29 de mayo de 2011

Joan Manuel Serrat - Soneto a mamá



No es que no vuelva, porque me he olvidado
de tu olor a tomillo y a cocina.
De lejos, dicen que se ve más claro,
que no es igual quién anda y quién camina.

Y supe que el amor tiene ojos verdes,
que cuatro palos tiene la baraja,
que nunca vuelve aquello que se pierde
y la marea sube y luego baja.

Supe que lo sencillo no es lo necio,
que no hay que confundir valor y precio,
y un manjar puede ser cualquier bocado

si el horizonte es luz y el rumbo un beso,
No es que no vuelva porque me he olvidado:
es que perdí el camino de regreso,

Mamá...

Antonio Machado.
Si al fin y al cabo, el mundo es una contradicción. Lo bello es inútil y lo útil no es bello. Como no es bello un martillo de goma que se usa para golpear la nalga que será milanesa o una bolsa de cemento y lo bello que es una canción de Jorge Drexler o las pecas de una señorita, que no sirven para alimentar a un niño ni construir un puente.

Alicia y el gato.

-Minino de Cheshire ¿Podrías decirme qué camino debo seguir para salir de aquì?-preguntó Alicia.
-Eso depende en gran parte del sitio al que quieras llegar- dijo el Gato.
-No me importa mucho el sitio...- contestó Alicia.
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes- dijo el Gato.
-...siempre que llegue alguna parte...- añadió Alicia.
-¡Siempre llegarás a alguna parte - aseguró el Gato -, si caminas lo suficiente!

(Extracto de "Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas". Lewis Carroll)

viernes, 27 de mayo de 2011

El valor de las cosas VI

                                                                         "Es de necios confundir valor y precio" (Antonio Machado).

Como reacción a la escuela de la Economía clásica, surgío el marginalismo, a caballo de Menger, Jevons y Walras, exponiendo la teoría del valor subjetivo, que dice que los consumidores son quienes le dan valor a las cosas, porque son ellos quienes estan dispuestos a intercambiar su dinero por eso. Para que haya un intercambio, el consumidor y el vendedor le dan mayor valor a lo que obtienen que a lo que entregan, si esto no ocurre; no hay transacción.

Las cosas no tienen un valor intrínseco, sino que tienen un valor extrínseco, no objetivo, y existe un conocimiento imperfecto de las cosas. Cada cosa tiene su valor dependiendo de las situaciones en las que estan inmersas.

Un vaso de agua puede tener más valor que un diamante, dependiendo del contexto. Y una moneda de oro, puede no valer nada, si nadie esta dispuesto a intercambiarla. Una milésima de segundo es demasiado para un atleta y despreciable para un promotor de seguros. El valor de un mes no es el mismo para un estudiante que para una madre que dio a luz a un hijo prematuro.

Pues claro, si los besos que otro maldijo, yo los he bendecido y defendido. Y otros que he tratado de vender como oro, no han sido ni aceptados. De la misma forma que Manuel Mandeb dudo que el amor de cierta señorita valiera su alma, debido a su estatura escasa, yo hubiese puesto, simbólicamente, mi cordura sobre la mesa por dominar ese corazón, de esa mujer de escasa estatura. Ese y no otro. El mismo Manuel, estaba dispuesto a hacerse amar por alguien, pero sin dar su alma a cambio. Porque los besos de Laura atrás del puesto del diario valían varios kilos de platino en ese momento, y hoy valen lo que vale un buen recuerdo. La saliva de Mariana tenía un sabor diferente cuando comprendí que las puertas que se cierran de a poco, también dan un portazo.

¿Y las milanesas de mi vieja? ¿Y los zapatos de mi abuela, raspando el piso de la cocina? ¿Y el cielo enorme de Uruguay? ¿Y los aplausos después de cada canción? ¿Y las noches trepado al balcón mirando la medialuna en una espalda? ¿Y los ojos azules? ¿Y una seguidilla de acordes II-V-I? ¿Y el olor de la flor cuando se llega a la cima? ¿Quién les da valor? ¿Quién les pone precio?

Nos la pasamos negociando. Todo el tiempo, el que vive: negocia, el que ama, negocia, el que rie, negocia, el que canta, negocia, el que despierta, negocia. Todo es negociar, con uno mismo o con otro. Porque constantemente le estamos dando valor a las cosas, y lo que hoy vale nada, al otro instante vale el doble: se pague con dinero o con el cuerpo.

Carajo, pues claro, si me he pasado la vida confundiendo valor y precio…la lógica de este mundo es ponerle precio a todo, y mentirte que el precio es la medida justa del valor…si así fuese, cada cual valdría lo que su sueldo…y mi madre se ha pasado tantos años sin trabajar, que no me merece ni un segundo de análisis.

Lo importante es el valor de las cosas, a veces, tienen precio, y ese precio puede estar en correspondencia o no. Pero lo más lindo, lo más bello, lo más inútilmente bello, tiene precio igual a un cero grande como la mano de Niccolino Locche, no me cabe duda.



El valor de las cosas V

El valor de las cosas. Una historia zen
http://www.galeon.com/jlgarcia/11cuentos/valor.htm
Esta es una historia que nos enseña que el verdadero valor de las cosas solo puede ser apreciado por un experto.

"Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?"

El maestro, sin mirarlo, le dijo:

-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después...- y haciendo una pausa agregó Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

-E...encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

-Bien-asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete ya y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió.

Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.

Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.

Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas- y abatido por su fracaso, monto su caballo y regresó.

Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.

Entró en la habitación.

-Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

-Que importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar.

El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

-¡¿58 monedas?!-exclamó el joven.

-Sí -replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente...

El Joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

El valor de las cosas IV

Adan Smith consideraba al trabajo como la unidad patrón para decidir el valor de las cosas. Una cosa, podía cambiar su valor, pero el trabajo que se necesito para producirlo es constante.

Pero claro: ¿Cuántos ires y venires de aguja tiene ese jean? ¿Cuántas manos la guiaron? ¿o fueron máquinas? ¿Cuántas personas ponen a punto esas máquinas? ¿Cuántos compran las telas? ¿Cuántos la reciben? ¿Cuántos hacen esas telas? ¿Cuántos la llevan? ¿Y las agujas? ¿Quién compra las agujas? ¿Cuantos hacen las agujas? ¿Cuantos se encarga de enseñarle a los que hacen las agujas, de cómo se hacen las agujas? ¿Quién diseña las agujas? ¿Y los hilos? ¿De donde salen los hilos? ¿Cuantos los llevan y los traen? ¿Cuántos deciden como guardarlos? ¿Cuántos deciden cuando usarlos? ¿Cuántos deciden cuanto hilo y cuanta tela, lleva el jean? ¿Cuántos deciden a quien vendérselo? ¿Cómo se le hacen llegar a quien se lo vende? ¿Cuántos lo venden?

Es casi imposible darse cuenta cuanto trabajo trae incorporado una cosa.

Y él que vende los jeans, el dueño del lugar donde se venden, él que los llevo, él que los cargo en el camión, él que los controló, él que los contó, él que los embaló, él que los hizo, él que le dijo al que lo hizo como lo debía hacer, él que le dijo cuando lo tenía que hacer, él que compro las telas, él que compro las agujas, él que hizo las agujas, él que decide cuantos jeans se van a hacer, él que puso la plata para poner una fábrica de jeans. Todos no se conocen entre si, y lo único cierto es que el trabajo de todos ellos tiene el mismo valor, aunque algunos digan que el trabajo de otros vale menos que el suyo. Eso sí, cada trabajo representa una cantidad de dinero diferente.

Porque atrás de todo, hay alguien mirándote como un número y decidiendo que tu trabajo representa el dinero que te dan. Ni un centavo más ni uno menos. A veces, es sólo lo justo para que puedas volver al otro día, a seguir haciendo lo mismo...

Tal vez, la única forma de joderlos, sea trabajar por la gloria...que ese jean sea el mejor de todos los jeans. La felicidad, la vamos a comprar, pero no con dinero, con el dinero que nos dan...malditos capitalistas....

miércoles, 25 de mayo de 2011

El valor de las cosas III.

La teoría del valor-trabajo, considera que el valor de una cosa, depende del trabajo que lleve incorporado.
Y pienso, cuanto trabajo me costaron algunos besos, cuanta paciencia servida en gotas, cuanto remar sin ver la orilla, sin saber si era para el norte o para el sur.
Remar, a veces tiene algo raro, en muchos casos hay que ponerse de espaldas hacia el lugar donde se avanza. Hay que confiar en uno mismo.
Cuanto trabajo me costo descubrir las espaldas alunadas, las babosas, las gotas lentas de transpiración, descubrirme como un cuerdo de mierda, las instrucciones de los sabanas cortas, simplificar o simplemente darme cuenta.
¡Cuánto trabajo me costo descubrir las almendras en los ojos de una señorita pequeñita! ¡Y arriesgarme al tsunami! ¡Y aprender a llegar al corazón de una damita! ¡Y perder la cordura, celebrándolo!
Yo sólo le declare la guerra a la industria farmaceutica, y a la burocracia mental, sin pedirle ayuda a nadie.
Nadie pone en cuenta, cuanto trabajo me cuesta, hacer equilibrio en este cordón, ¡nadie! Y si hubiese una lata para depositar monedas, estaría vacia. Pero, pese a todo, yo estoy seguro, que cuando vea a alguien haciendo equilibrio en otro cordón, le voy a tirar a los pies, el billete más alto que tenga en el bolsillo.
Señores, no cualquiera le da valor a las cosas inútiles. Ya nadie le da valor a lo inútilmente bello.

El valor de las cosas II

Claro, si pienso en lo que me costo encontrar un lugar para hacer fotocopias....si es la escasez lo que le da valor a las cosas, deberìa pagar mucho, pero claro, incluso estoy pagando por algo que realmente no es lo quiero, yo quiero una fotocopia con reducción, me conformo con sacarla en dos partes, pero no es lo mismo....años atras me hubiese salido 10 centavos....hoy 40 centavos, creo, no preste demasiada atención. De hecho, hubiese pagado el triple sin chistar demasiado.
Me acuerdo de la vez que en plena euforia de carnaval, me parecio correcto pagar setenta pesos un litro de cerveza. Pero alguna vez me parecio exagerado dejarle cinco pesos a una persona para que me cuide el auto.
Es que el mundo nos tiene agarrados del bolsillo, y siempre hay alguien mirando de reojo, para verte la cara y decidir cuanto te puede cobrar.

lunes, 23 de mayo de 2011

El valor de las cosas.

El sábado tuve que sacarle una fotocopia a mi título de posgrado. Después de caminar por todo Morón en busca de una fotocopiadora que pudiera hacer una reducción, me cansé y decidí sacarla en el próximo lugar que encuentraá, en el peor de los casos, en dos partes.
Termino encontrando un locutorio frente a la plaza, que accedio a sacarlo en dos partes en hojas A3.
Uno de los empleados me pregunta:
-¿De qué es el título?
-De un posgrado.
-Ah.....¿de?
-eh....Administración.
Pienso: ahi terminó la charla. La verdad que no tenía ganas de hablar, la alergia me estaba haciendo picar la nariz y estaba podrido de caminar. Pero no.
-¿Vos qué pensas que le da valor a las cosas? ¿La escasez o el trabajo?
La puta.....yo sólo quería una fotocopia....

El pequeño pacto de Manuel Mandeb - Crónicas del ángel gris - Alejandro Dolina.

NO le fue fácil al diablo tentar a Manuel Mandeb. Para empezar, cada vez que se le aparecía, el hombre salía corriendo, sin dar tiempo a presentaciones ni propuestas. Un día, disfrazado de ferroviario, logro captar la confianza del polígrafo y finalmente le propuso el pacto de siempre.

- En realidad me gustaría obtener el amor de una cierta señorita. Pero no creo que valga un alma. Es de estatura escasa.

- Puedo darte ese amor y también riquezas y honores, para completar la diferencia. - Tengo una idea mejor - grito Mandeb - !Concédame ese amor! A cambio yo cometeré cuatro iniquidades, que tal vez alcancen para condenarme. Discutieron largo rato. Satanás acepto sin entusiasmo el pequeño pacto, que firmo con tinta corriente. Las cuatro iniquidades fueron establecidas por escrito y eran estas:

  1. Un latrocinio. Mandeb lo resolvió robándose las bolas de billar de una mesa del salón Odeon.
  2. Una blasfemia.
  3. Una traición. No fue sencillo cambiar de panadería, pero había que cumplir.
  4. La cuarta iniquidad fue identificada por el propósito mismo del pacto. Hacerse amar por alguien y no dar el alma a cambio es, por cierto, una canallada.

A fuerza de generosidades y arrepentimientos, Mandeb fue emparejando el peso de sus pecados, hasta quedar en condiciones de salvarse del infierno, ajustadamente.
Donde ella estaba, estaba el Edén.
Mark Twain, Eve's Diary (1905).

sábado, 21 de mayo de 2011

Galicia

“Miña terra galega es duro estar lejos de ti.
Donde se quejan los pinos y se escuchan alalás
donde la lluvia es arte y Dios se echó a descansar”.
Canción de Siniestro total – Grupo punk.


Cuando uno hace un viaje largo, de esos de invertir 2 años de ahorros, donde visita muchos lugares, por más que piense que va a volver, sabe que no es tan así. Las posibilidades son bajas. Galicia, tiene esa etiqueta para mí pero principalmente me trae el recuerdo de dos cosas muy particulares.

Me acuerdo de estar en un acantilado, mirando un mar enormente hermoso, y Nora, una galleguita muy simpática que hablaba el castellano con una velocidad dulcemente lenta, contándome que allí se dice que luego de hacer el mundo, Dios descansó apoyando la mano en Galicia. Cinco dedos que hicieron cinco rías. Y no hay mayor gratitud ante una historia contada con tanto amor propio, que creerla, mis ojos no podían contradecirla. La espuma sobre las piedras, el sonido del mar, el sol pidiendo permiso en el horizonte para irse, eran el marco perfecto para el cuento más católicamente fanfarrón que escuche.

La ciudad más poblada de Galicia, es Vigo, y entiendo, también la menos linda. Es la ciudad portuaria más importante de la zona. De ahí, guardo el recuerdo de un viejito, secándose con una toalla, mientras su ropa estaba apoyada sobre un banco. Recién salido del mar, con un traje de baño pequeño, lalareando animoso. Esto no sorprendería a nadie, sino fuera porque eran pleno invierno, tal es así, que yo tenía puestos unos calzoncillos largos antisensuales de algodón, abajo del jeans. Cuando lo tuvimos a tiro, Sebastián le preguntó:
-¿Como esta el mar?
-¡Como caldo! El mar esta como un caldo- respondió.
Es el día de hoy, que esta anécdota nos sirve para reírnos una y otra vez, sobre lo mismo, variándolo.

Pienso: Hay lugares que tienen suerte, Dios les dio una mano desde el principio, y sus viejitos no creen en el frío, seguramente porque en el alma tienen un fuego grande, de esos que hablaba Galeano.





viernes, 20 de mayo de 2011

Rusia.

Pues yo me imagino. Rusia ha de ser un lugar bastante extraño. Con plazas abanderadas de rojo, heladas, sin risas, con el gesto fruncido. La gente debe juntarse a eso de las seis de la tarde, antes de que la luna asesine al sol, recién salidos de trabajar, a jugar al ajedrez, o a la ruleta suya, con el revolver cargado con una bala, y miles de rusos, carcomidos por el dolor de ser rusos haciendo cola para jugar. Y los pobres desgraciados a los que les toco el hueco vació, vuelven a sus casas, tristemente rusas, a comer ensalada de papa, huevo duro, arveja y mayonesa. Mientras el retrato de Lenin, los mira, desde la pared, casi pidiéndoles perdón, con el frío congelándoles las medias y con sus abuelas contandoles  historias de Rasputin, y de que el comunismo no esta muerto, sólo esta durmiendo una siesta, y cuando despierte habrá sol sobre las tundras. Los niños toman vodka para poder soportar el peso de ser rusitos que han de volverse rusos, con sombreros de pieles, gestos de Chernobyl y van a salir con mujeres con nombres como Olga, Esther, Tatiana o Natasha . Si el acero se templa en aceite, los rusos se templan en vodka, para poder hablar ese idioma de mierda, y otras lenguas con ese acento pedorro. Pero sobretodo, fabricar armas, muchas, para dominar el mundo y hacerlo lo más ruso posible.

Yo quisiera ir, para ver si Rusia, es tan rusa como me la imagino.


 


miércoles, 18 de mayo de 2011

Ayudame a mirar.





















..."Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena , despues de mucho caminar, la mar estallo ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad, que el niño quedo mudo de hermosura. Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre: ¡Ayudame a mirar!". - E. Galeano

De Patricia Barbera.

martes, 17 de mayo de 2011

Patricia y su plaza II.

Cada vez que paso pienso: si esta plaza fuera mía, la cosa sería distinta.
Después me acuerdo del desorden permanente que tengo en el auto y agrego:
-Bueno, tal vez estaría bastante desordenada; pero sería la plaza más linda de todo Morón: y solamente porque es mía.

Patricia y su plaza.

Yo lo recuerdo muy bien, con pinceladas de sorpresa y envidia. Mi hermana, feliz y contenta, saltaba y le contaba a nuestros padres que el abuelo Luis, le había regalado la plaza que esta a cuatro cuadras de mi casa.
La plaza no era la más divertida de las que solíamos visitar, pero no estaba nada mal. Era amplia, con mucho verde, árboles, bancos de cemento pintados de blanco y una calesita. No tenía arenero, aunque si un subi-baja, dos o tres hamacas y uno de esas estructuras de caño que sirven para treparse.
Hoy, suelo pasar por esa plaza. La calesita esta completamente abandonada. Los juegos grises, las cadenas de las hamacas oxidadas, y la madera del subi-baja húmeda y partida. Sobre los bancos, no hay parejitas besándose, ni viejitos jubilados tomando el sol de la tarde: hay muchachotes y muchachitos fumando agresivamente marihuana, riéndose con la cara transformada en una careta de resentimiento desangelizado. Y frente a la plaza, una casa semiabandonada que funciona de aguantadero.
Yo pienso, mi hermana siempre ha sido una mujer ordenada, no entiendo como dejo que su plaza se haya transformado en lo que es hoy.

Inventario de injusticias.

En una pizzería en Michigan, mi compañero indio, Mandeep, me contó, mientras tomaba ron sin hielo, que supo trabajar en una empresa de su país, de lunes a sábado, sin vacaciones, casi 12 horas por día.


Dicen que durante el apartheid, los negros y los blancos no podían compartir el mismo baño ni entrar juntos a una sala de reuniones.


A Jorge le llevo 30 minutos guardar en una caja todas sus cosas de la oficina. Uno por cada año trabajado en la empresa. Esa mañana se había enterado que su puesto, iba a ser ocupado por un francés que todavía no había decidido si le convenía que le alquilen una casa en Hurlingham o en Palermo.


Mi amigo Daniel, estuvo preso en Qatar. Su delito fue besarse en público con una señorita. Poco importa que los ojos de la señorita fueran azules como el mar, ni si sus corazones latían tan fuerte como para quebrarles el esternón.


En una fábrica china, tres personas trabajan dentro de una matriz sacando y poniendo piezas. Y cuando la prensa baja, se agachan, se hacen chiquititos y desaparecen, hasta que la prensa vuelve a subir.


A Diego lo despidieron alegando bajo desempeño en sus tareas. Pero lo cierto, es que lo despidieron porque no levantaba la tapa del inodoro al hacer pis.


Tirado boca a arriba en la cama, Joaquín ha descubierto que lo que intentan darle es una mamadera y no una teta. Y llora, rojo de bronca.


El mundo es así. Un cúmulo de historias comunes, donde existen injusticias. Las pequeñas, las enormes, las reales, las tangibles y las inventadas. No soy quien para clasificarlas, pero si creo que lo mejor es, simplemente, no darles más importancia de la que se merecen. Mientras el mundo siga siendo un lugar donde la belleza es un recurso indefinidamente renovable, las injusticias se pueden ir bien al carajo.

lunes, 16 de mayo de 2011

Pequeña criatura Ismael Serrano por Esteban Barbera

En la mañana se me da por pensar en las liniecitas que se te dibujan en la frente cuando se te frunce el ceño, cuando pensas en cosas raras, contradictorias. Es raro. Me da ganas de pensar que te hace fruncir el ceño. Me siento un poco extraño, un poco como que pienso en demasia. Me da ganas de respirar con los pulmones, cuando pienso en como te revolcas en la cama cuando suena el despertador. Casi como para sentirme un vivo más, un tipo que tiene responsabilidades. Me hace sentir un sujeto que puede pensar cosas objetivas. Y yo te he visto, revolcarte en la cama cuando suena el despertador, y quejarse como quien se queja cuando a mitad de una baño se acaba el agua caliente. Pero lo soporte, con alegria, incluso.
Te quiero, devorar de a poco, poniendo atención en cada mordida. Pero dandome cuenta que te puedo lastimar, entonces quiero aprender a poner la presión justa. Justa en dos sentidos: para no generar marcas y para que te guste. Porque a todos nos gusta que nos muerdan un poco, el tema es quien te muerde. Yo quiero que te guste que te muerda.
En general, me cuesta especificar como me gustan las mujeres, pero cuando estas ahí, digo si: me gustan asi: pequeñitas, casi como para bolsillearlas, me gusta que seas tan petisa como para meterte en un bolsillo. Sos maleable, y eso esta buenisimo. Sobretodo cuando digo: hoy si!. Mi único problema es que siento que te aplasto, a veces.
Me gusta ver en tus ojos, dos almendras, pero dandome cuenta que es una licencia poetica, ¡obvio! Los ojos son ojos, las almendras son almendras, los ojos no se comen, aunque un guiso de tus ojos, podría ser una plato de un restaurante caro, de esos que estan en Palermo, que te sirven en eso platos cuadrados.
Boluda, me di cuenta: me volves cuerdo. Esa es la explicación, me transformas en un cuerdo de mierda. Te deseo, pero odio, perpetuamente, que me pongas en esta contradicción de creerme un loco-que-dice-cosas-locas y a la vez, un cuerdo; de mierda......

viernes, 13 de mayo de 2011

Cuba libre.

Pues que al final, para ser un idealista, hay que mantener una idea en el tiempo. Sin importa que tan buena sea. Eso es romanticismo. Yo, soy un romántico. Yo me mantengo, yo aguanto. Si elegí, por algo será. ¿Qué no se que tan bueno sea? pues no me importa. Yo confio en mis fibras, en el impulso íntimo. ¿Qué soy una caja de sorpresas hasta para el más mismísimo yo mismo? Bueno, no me importa. Yo no distingo la terquedad de la necedad ni de la insistencia. Si quieren que no me tropiece con la misma piedra, córranla del camino.
El beneficio de la orilla es para el que reme, y yo remo. No me canso de remarla, nada de ver para donde me lleva la corriente.
Yo digo, que tanto ni tanto, el ron con coca, me parece una idea buenìsima, más aún si le agrego un poco de limón y hielo. Y yo, lo pienso seguir tomando así, guste a quien le guste, se llame como se llame, ¿cuba libre? Las bolas: Ron con coca, hielo y toque de limón.

Consejo de abuela sabia.

"La necedad es la hermana de la terquedad....¡¡¡y la hija de la insistencia y el cargoseo!!!
Buen hombre, no por mucho remar se llega a la orilla. Hay un momento que hay que dejar de remar para ver hacia donde te lleva la corriente".

lunes, 9 de mayo de 2011

tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe

Si tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, puede ser que:

  • el cántaro no era muy bueno que digamos.
  • la fuente no sea tan inocente como pensamos.
  • el cántaro sea bueno...pero quien lo lleva sea bastante torpe.
  • se rompa por una desgracia, de hecho podría haber pasado en la primera vez que llevabamos el cántaro.
  • no sea buena idea usar un cántaro, sabiendo que pueden romperse, mejor utilizar una botella de plástico.

En fin, nadie se canso por insistir, y si alguien no dijo nada la primera vez, que se joda.

Basura....no tire!!!



sábado, 7 de mayo de 2011

All in

Hay que saber cuando retirarse.
Hay que saber cuando seguir subiendo la apuesta.
Pero, ¿hay que saberlo de antemano? ¿o ir descubriendolo minuto a minuto? ¿Hay que tenerlo planeado todo, detalle a detalle? ¿Quién es el que necesita tener todo bajo control? ¿Quién es el que se anima ir tan lento, que le permita tener todo bajo control? ¿Qué tan sabio era, aquella persona que afirmo: “Si tenemos todo bajo control, es señal de que vamos demasiado lento”?
¿Cuál es el límite? ¿Quién se anima a darle lugar a la suerte? ¿Qué lugar ocupa la suerte?
Es que acaso, no habrá un momento en la vida, en que aun a costa de tener la sensación de perder; hay que arriesgarlo todo. ¿Hay alguien que este dispuesto a desafiar su propio destino? ¿O será que su destino es desafiarlo? ¿Hasta que punto se es dueño y hasta cual se es victima de su propio destino?
Pues esto comienza asi: un ritual, una costumbre, una historia. Una mesa con paño verde, y cartas. Poker! Al estilo de Texas. Y amigos. Quien este dispuesto, debe comprender. Aquí se pierde, y se gana. En ocasiones se empata. Algunas veces, pasan muchas cosas, y otras nada. Quien acepte, que pase. Aquí hay lugar para todo: duda, certeza, seguridad, miedo, valentia, corbardia, pasividad, decisión. Al pasar por esa puerta, usted esta jugando. ¡Aun sin jugar! Quien mira, esta jugando, quien opina esta jugando. El que sólo vino a servir whisky, ¡esta jugando! ¿Comprende? Aquí se juega, hasta sin jugar. Vale todo, aquí el silencio se toma como respuesta, aunque sea las más canalla de las respuestas.
Luego esta en usted. ¿Qué tiene ganas de hacer?
Quiere mirar las cartas? O prefiere tener ese vertigo…prefiere jugar a ciegas. Se dice que el hombre, puede perder cualquier cosa, más nunca debiera perder la adrenalina.
Señores, la mesa se ha abierto. Que comience el juego…cualquier semejanza con la vida real, corre por su cuenta.
Yo no creo que exista ningún pretexto realmente valedero para matar alguien. El que mata por un ideal, antes que un idealista, es un asesino. Pero de ahí, a andar preocupándome por la muerte de Bin Laden, estoy muy lejos. Yo prefiero preocuparme por otras cosas, no me parece que la muerte de este tipo sea más terrible que la del pobre afgano que corría con una túnica, como un pobre beduino, y lo partió al medio un misil, o el pobre latino que estaba limpiando los baños de la torres gemelas, o el japonesito que estaba de turista esperando el tren en Atocha. Y mucho más aún el tipo que lo acribillan para sacarle la billetera, acá a dos cuadras.
Yo prefiero conmoverme por el pobre tipo que se murió de pena cuando tuvo que enterrar al hijo después un cáncer fulminante, el tipo que le da un bobazo por el stress de no poder mantener a su familia, o el tipo que se le detuvo el mundo porque la novia lo dejo, o la mujer que siente que una mañana le va a estallar el corazón, porque el amor de su vida cruzo sin mirar una avenida, y el 51 se lo llevo de paseo en el parabrisas a la quinta del ñato.

Vivimos en un mundo, donde siempre van a existir los contrastes, los matices. Para que exista justicia, tiene que existir injusticia. Para que exista gente buena, tiene que haber gente mala. Porque así fue concebido el mundo.

Pues bien, yo prefiero pensar en la gente buena, los héroes, los que pelean, los que no se rinden, los que trabajan, los que luchan por la belleza de las cosas. Yo prefiero alentarlos a ellos.

Yo estoy convencido de que los malos no van ganando, sólo tienen mejores agentes de prensa. Mientras nosotros podamos cantar, podamos sonreír, podamos leer, podamos escribir, podamos silbar, podamos trabajar, aun a cuesta de todo lo malo, no entiendo de que manera no se puede pensar que el mundo es un lugar hermoso. Yo no espero que todo este bien, no me interesa, porque se que no lo puedo lograr. Porque se que no se puede lograr. Lo único que me interesa es hacer la parte que me toca de la mejor manera posible, y eso, incluye decir buen día, sonreír, hacer un chiste, y reírme de todo lo que me pueda reír.

El resto, me es inmanejable, y no me voy a dejar amargar por eso. Voy a amargarme cuando no pueda sostener el equilibrio en el cordón...eso si que me desvelaría...

domingo, 1 de mayo de 2011

Trapecista de cordón.

Este mundo es irrasible, colérico, subjetivo, evasivo, dominante, poco permisivo e insensible. Dominarlo, parece imposible. Adueñarse de los petálos que suelta el silencio o del silbido que truenan las hojas que caen no es para cualquiera. Formar parte del suelo, sin ser el suelo es sólo para los persistentes. Se necesita alguien que piense demasiado o que no piense nunca. ¿Hay alguien en este mundo que este dispuesto a hacer algo totalmente inútil para si, a fin de manifestar belleza?


A este mundo, lo que le falta es equilibrio, pero hay que ir paso a paso, pestañazo a pestañazo, mano a mano; primero lo primero. Si podemos hacer equilibrio en un cordón, siguiendo el ritmo de una murga meláncolica, tenemos la primera batalla a nuestro favor. El resto es insistir. El resto es obra y gracia de nuestra resiliencia y tenacidad.