No deseo ser realista, pretendo escribir música pero con palabras, porque los recuerdos suceden con música. Tengo trucos en el bolsillo y cosas bajo la manga, pero no quisiera ser un prestidigitador común. Pese a todo, no he podido determinar, si quiero mostrarles la verdad con la apariencia de la ilusión, o por el contrario, la ilusión con la apariencia de la verdad.....las palabras me preceden, me sobrepasan. Tengo que tener cuidado: sino las cosas se dirán sin que yo las haya dicho. Así como un tapiz está hecho de tantos hilos que no puedo resignarme a seguir solo uno....mi enredo surge porque una historia está hecha de miles de historias....



martes, 17 de mayo de 2011

Patricia y su plaza.

Yo lo recuerdo muy bien, con pinceladas de sorpresa y envidia. Mi hermana, feliz y contenta, saltaba y le contaba a nuestros padres que el abuelo Luis, le había regalado la plaza que esta a cuatro cuadras de mi casa.
La plaza no era la más divertida de las que solíamos visitar, pero no estaba nada mal. Era amplia, con mucho verde, árboles, bancos de cemento pintados de blanco y una calesita. No tenía arenero, aunque si un subi-baja, dos o tres hamacas y uno de esas estructuras de caño que sirven para treparse.
Hoy, suelo pasar por esa plaza. La calesita esta completamente abandonada. Los juegos grises, las cadenas de las hamacas oxidadas, y la madera del subi-baja húmeda y partida. Sobre los bancos, no hay parejitas besándose, ni viejitos jubilados tomando el sol de la tarde: hay muchachotes y muchachitos fumando agresivamente marihuana, riéndose con la cara transformada en una careta de resentimiento desangelizado. Y frente a la plaza, una casa semiabandonada que funciona de aguantadero.
Yo pienso, mi hermana siempre ha sido una mujer ordenada, no entiendo como dejo que su plaza se haya transformado en lo que es hoy.

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