No deseo ser realista, pretendo escribir música pero con palabras, porque los recuerdos suceden con música. Tengo trucos en el bolsillo y cosas bajo la manga, pero no quisiera ser un prestidigitador común. Pese a todo, no he podido determinar, si quiero mostrarles la verdad con la apariencia de la ilusión, o por el contrario, la ilusión con la apariencia de la verdad.....las palabras me preceden, me sobrepasan. Tengo que tener cuidado: sino las cosas se dirán sin que yo las haya dicho. Así como un tapiz está hecho de tantos hilos que no puedo resignarme a seguir solo uno....mi enredo surge porque una historia está hecha de miles de historias....



sábado, 1 de diciembre de 2012

Pero el amor. (Hojas sueltas del diario de una galeanista).

Ay, pero el amor. Por lo general me gusta empezar a así, cuando no tengo nada para decir. Me gusta aquello de quejarme de lo bueno. Es como una forma de alejarme, de sentarme en una silla que no me pertenece. Andar por el mundo, pensando: “Mi culo no es digno de este asiento”. La dignidad es un asunto de dos o más cosas, me niego a usar mi raciocinio para determinar si es mi culo quien merece mejor asiento, o todo lo contrario, este asiento, puto y de madera, merece un culo mejor. 
Ay, pero el amor. El amor es como un pasaporte. Pediría un número capicúa, porque mi querido lector, oportunista como todo lector, todo se organiza alrededor de números. Sin números no existimos. Un amor o dos. Quince, veintialgo.
Ay, pero el amor. Caprichoso, desagradable, totalmente olvidable. Te amo amor, y te odio, que es lo mismo pero aún con más intensidad.
Ay, pero el amor. ¡Escribo del amor perro! Babosa, peludo. Amores que muerden las tapas de las biromes y mis zapatitos de mujer. Amores que despedazan las tapas de los diarios que quisimos leer para comprender la realidad.
Ay, de este amor. Un amor sin realidad, amor de locos, un amor que se viste con camisas de fuerzas y se aprieta las tiras. Un amor loco, y por loco, libre. Locura y libertad que creemos sinónimos.
Ay, de este amor, que es limpio, sea como sea, por naturaleza. Porque ella es limpia. Un árbol veteado de tierra, telarañas y rastros de alas de mariposas es natural, no es sucio. Sin embargo, un auto dominado de cenizas y polvillo está sucio

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