"En
tres partes se divide el alma humana:
Es frustrante no saber qué
piensa una hormiga; las ves moviéndose, parecen solitarias, pero pronto te das
cuenta que no, que se juntan, se reúnen y arman filas largas. Sospechás que
están planeando algo porque tienen ocupaciones que parecen formar parte de un
objetivo común.
Y entonces, sin darte
cuenta, ponés un anzuelo y las esperas. Cuando se juntan las rocías con alcohol
y les acercás un fosforito. Ellas se retuercen mientras vos imaginas cómo
gritan las hormigas, y entonces sos Dios y por lo tanto enorme, grandísimo,
mucho más de lo que sugiere la comparación.
En ese lapso no sos vos
mismo sino un entramado visceral de circunstancias, de pulso alterado, menos consciente
y definitivamente individual. Un alma dividida, no dispuesta a razonar en lo
que se hace y lo que no.
Y todo es un fuego ciego
que destruye lo pequeño, lo suave, lo dulce, lo común, lo que se construye. Un
fuego que consume a las hormigas, pero no se detiene ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario