Los sentimientos
siempre tracionan. Imagínese mi historia. Tiempo atrás conocí al amor de mi
vida. Le pedí un hijo y me lo dio. (Pausa). Me dijo: “total tengo tres, y al
chiquito no lo quiero tanto porque no hice a tiempo a encariñarme. Es
morochito, me dijo, pero si querés le podés decolorar el pelo y queda joya,
casi rubio.” Un horror. Me lo quedé,
obvio. ¿No saben que el amor es confusión? El amor te confunde. Si no confunde,
no es amor. ¿Dónde se ha visto un enamorado con las ideas claras? No se ha
visto, ni se verá. Para enamorarse hay que confundirse, y sufrir, sobretodo. Sufrir
un montón. Sufrir mirando la pared, mirando un pañuelo. Yo sufro mirando a mi
hijo, que no es mi hijo. Y cuando viene y me pregunta por el padre, se me parte
el alma...
El amor, es un tema de precisión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario