Supongo que los conejos
son más sabios porque no deshojan zanahorias, aunque no lo hacen por la simple
razón de la ausencia de pétalos. Sin embargo descascaran zanahorias como una
actividad obscena, con el poder de manejarlo.
Supongo: Zip, zip, zip
(onomatopéticamente equivocado), y mientras pelan van presagiando lo que
vendrá. Un conejo sabe lo que quiere cuando muerde la zanahoria.
Todo es obstinado y
desagradable en la forma en que pelan zanahorias los conejos, como también de
la manera que celebran la ausencia de pétalos, mientras las armas de sus ojos
inexpresivos buscan dónde posarse. Uno no puede mirar a los ojos a un conejo,
son los ojos del conejos los que te dejan mirarlos, los que te dirigen la
vista.
Poco a poco, los
conejos van a dominar al mundo, porque dominan las zanahorias, generando un
mundo destinado al fracaso humano por la falta de herramientas de decisión, por
la falta de pétalos. Un mundo donde las flores se cambien por zanahoria y los
pétalos por cáscara. ¿Qué harán las mujeres gerentas, las mujeres presidente,
las mujeres jefes? ¿Cómo tomarán sus decisiones? ¿Lo harán con la convicción de
la estúpida igualdad? ¿O pelarán zanahorias con el gesto tonto de alguien que
hace algo sin estar convencido? ¿Se inclinarán por los alcauciles y al llegar
al corazón del mismo lo embeberán en vinagre y aceite y lo engullirán?
Mundo destinado al
fracaso, aquel dónde conejos y damas no desnudan flores y como consuelo sostienen
zanahorias, como forma de acercarse. Mundo donde matar a una mujer a golpes de
pétalo es un delito, y no poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario