Esta vez soy yo quien escribe, definitivamente.
Me escribo a mí mismo, para mí. Lo único que no tengo claro es para cuándo. No
sé en qué tiempo verbal escribirme. ¿Pasado? ¿Futuro? ¿Presente? ¿Cuándo
escribí esto? ¿Cuándo lo escribo?
Me gusta leerme. La oración correcta
sería: “Me gusta leerme pero…”. El “pero” es porque cada día me descubro más
errores, problemas de palabras que resolvería de otra forma, pero me gusta, lo
disfruto.
Siempre lloro un poco cuando lo hago,
mientras más atrás me voy, más lloró. Nada escandaloso, nada que no pueda
disimular rápidamente, es algo de pura sensiblería onanista. Porque lloro raro,
como un egoísta. Nunca lloré ninguna muerte y dudo que lo haga. Lloró en el
teatro, lloro en la tele, lloro con los libros, cosas que se ven desde el otro
lado. Claro, soy raro, era raro, seré raro, lo acepté hace tiempo.
No escribo lo que quiero, escribo lo
que siento, siento lo que escribo y desde un lugar muy propio. Primero siento, luego
escribo; siempre. No es azaroso. Lo siento, no sé muy bien dónde, sé que hay
algo que se ordena en algún lugar y lo único que tengo que hacer es buscar el
momento para sentarme y traducirlo. Traducir esas cosas extrañas, esos
sentimientos en palabras. Esas imágenes pornosensosiales, deformes, cuadros
salvajes, dulzores, olores, sabores. Por eso me cuesta escribir cuentos, me
quedo detenido en el detalle pelotudo; en los labios, en los ojos. Por eso y
por cagón.
(Me miro un poco las manos antes de
escribir esto). Estoy enamorado. Sí. No tengo muchos reproches para hacerme. Lo
escribo; punto. El resto es Facebook. ¿Lo estaré cuando lea esto? ¿De quién? Mierda.
Tiene los ojos celestes. Y me di cuenta
con ella. El color de los ojos es una mentira. Como mínimo, los ojos son de dos
colores, y creo que me quedo corto. Ella tiene los ojos celestes, azules, azules
oscuros, azul Francia, negros, blancos, amarillos, verdes. Resumen total: son
dos celestes que me dan ganas de hablar en francés sin ni siquiera saber como ubicar la lengua para decir mercy.
Día raro, presiento que todo se va a ir
al carajo, pero no me preocupa demasiado. Puse unos temas de los redondos. Hace mucho que no los escucho.
Hermosa nostalgia. Terminó sintiendo lo mismo que en aquellos días que gastaba(mos)
los discos. –Se puede- pienso. Se
puede mantener la pasión, la sorpresa. Sentir lo mismo después de mucho tiempo. Se me eriza la piel, es algo en un lado que no puedo precisar, porque es demasiado amplio, como si fuese en todo el cuerpo. No entiendo las letras, nunca las entendí, como tampoco entiendo un montón de cosas, pero no me importa entenderlas para disfrutarlas. Me importa eso, disfrutarlas, vivirlas.
Se me humedecen demasiado los ojos. Sí,
es una timidez de llanto. Es linda esta mierda que pasa. Me viene esa sensación
de qué voy a escribir algo, me miro las manos, estoy estúpidamente feliz, a
pesar de todo.
Hoy el amor es eso, es el miedo de no
poder mantener en el tiempo lo mismo que el primer momento, el primer beso, lo
lindo, lo suave, lo enorme. Es amarrarse a eso con un miedo terrible, uno que
te paraliza y te despega los arreglos de las muelas.
Las cosas son raras. El amor no debe ser eso,
lo sé, seguramente. Pero tampoco es lo otro, tampoco es eso que veo en
muchos lados. No es no estar solo, ni un plato de fideos recalentado, ni
elegirse, ni usar anillos.
Seguramente lo mejor esté entre medio
de estas dos puntas; tan aburrida una y tan peligrosa la otra.
Tengo la sensación de llevar
encima demasiadas cosas, sentir que todo se va a ir carajo, que se me doble el estómago por el amor, sentir que habrá que
intentarlo nuevamente en breve; y sin embargo; eso lindo y hermoso de sentir…sentir…sentir…no puedo dejarlo pasar.
Para mí escribir es eso; es sentir. No
puedo escribir sin sentir. Entonces; está bien. Vale, vale la pena.
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