“Everyone has the right to be in doubt,
but this is not a duty”.
Art. 15. Constitución de Uzupis.
Ahora, que la duda resulta, escribo, que nos resulta a los dos. Porque ni vos, ni yo, estamos tan seguros, como para entender que lo más lindo que nos puede pasar, es esto: una duda profunda, abstracta, intransferible. Y no una certeza absoluta, objetiva y aburrida que nos llevaría a tocarnos, a abrazarnos, besarnos como si hubiese un reglamento gris y polvoriento que nos diría que primero deberíamos hablar de cómo estuvo el día, hacer referencias al clima y luego besarnos con los labios cerrados con candados.
Esta duda que resulta, que se arrastra, por no saber si Dios te inventó con belleza, o fue la belleza misma la que te inventó. De pensar que tal vez te dudé en forma unilateral hasta hoy.
¿Me habrás dudado en silencio? ¿O te habrás dejado llevar, por la necesidad del ahora-esto? Sin dejarte, apenas un espacio, para un y-si.
¡No huyas cobarde! Dudemonos, juntos. ¡Qué crezcan las dudas de cómo será luego! ¿O has visto alguna vez alguna uva con la certeza de que tan buen vino será? Dudame en la cabeza, completo. Al menos, ahora, que somos dos dudas, dos signos de interrogación, que intentamos cerrarnos sobre la misma pregunta. Y nos contestamos, rompiendo las reglas ortográficas. Empezando con minúsculas, con una letra pequeña, casi como un mamarracho de líneas de birome, atolondradas, superpuestas, sin espacio entre una y otra.
Somos tontos, tan dudosos, que nos respondemos nuestras dudas propias, con más preguntas, en lugar de dejarlas de lado. De escribir con signos de admiración.
Vos ahí, con tu all you need is love, y yo sintiendo más un this bird has flown, pensando que si pudiese, yo también encendería aquella madera, no tan noruega, tal vez un poco irlandesa, hasta que se queme todo. Todo por ese miedo de desdudarnos un rato, por el miedo a que la duda próxima nos de ganas de ponernos cara de dolor de codo.
Desdudémonos juntos. Arrancame las dudas cansadas de la espalda, de los hombros, de la cintura, de las caderas. Dejame desdudarte los botones del pantalón, que luego se atora en tus piernas mientras tironeamos juntos para distinto lado, como siempre.
3 comentarios:
Y de repente vos me pone a mí como la trapecista, en el cordón, el baile en equilíbrio de dudas que se presentan fantasticamente en esta noche "llena de luna".
Lindo!
;) ¡Gracias!
este... Luego de tu invitación he pasado varias veces y me ha gustado mucho leerte; pero especialmente hoy he encontrado varias cosas que me fascinaron como este "dudario"... sin duda encantador.
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