No deseo ser realista, pretendo escribir música pero con palabras, porque los recuerdos suceden con música. Tengo trucos en el bolsillo y cosas bajo la manga, pero no quisiera ser un prestidigitador común. Pese a todo, no he podido determinar, si quiero mostrarles la verdad con la apariencia de la ilusión, o por el contrario, la ilusión con la apariencia de la verdad.....las palabras me preceden, me sobrepasan. Tengo que tener cuidado: sino las cosas se dirán sin que yo las haya dicho. Así como un tapiz está hecho de tantos hilos que no puedo resignarme a seguir solo uno....mi enredo surge porque una historia está hecha de miles de historias....



domingo, 11 de diciembre de 2011

Yo caníbal.

¿Quién tiene de malo, comerse un buen humano de cuando en cuando? Me lo he preguntado, y no encontré una respuesta que me satisfaga, como para romper con estas ganas antropófagas de comerme un humano de a poco. De cualquiera forma, aún mejor, ¿qué tiene de malo comerse un mal humano? Un mal humano, puede tener la carne tan tierna como uno bueno.
Las verduras, nos han hecho tontos. No he conocido un vegetariano inteligente. Aunque he conocido pocos que defiendan el vegetarianismo en sus actos. En cuanto miras para otro lado, a ellos también se le cae ese hilo de baba deseosa de carne humana de la boca. Pues claro; si prestan atención, todos somos caníbales en potencia. ¿No han sentido nunca una mirada punzante, que indican la proximidad de una mordida? Supongo que debe haber mordidas que te llevan al mismísimo paraíso.
No ha de ser tan terrible morir ahogado entre los jugos gástricos de ciertos humanos. Ha de ser un honor. Si me concedieran un deseo, yo elegiría, ser comido por un humano agradable. Uno importante, tal vez, abogado o director de una gran corporación. Esos que te hacen sentir querido en cada mordida, sin que uno advierta que lentamente, esta falleciendo. Eso es ser un caníbal respetuoso, uno que vale la pena, aquel que esta dispuesto a comerte, casi sin que lo aprecies, sin que sufras, respetando tu condición de humano engullido.
Adoró este mundo, donde todos y cada uno tenemos la libertad de andar, con estas ganas carnívoras de comernos unos a los otros, sin restricciones, y sin que a uno lo anden señalando con el dedo por ahí por tener tendencias antropófagas.
Adoró la globalización, y su bendita posibilidad de andar tentándonos de comernos a un chino o un africano. Los chinos deben tener la carne suave y tierna, debe ser fácil y delicioso comerse un chino.
Adoró la posibilidad de comerme un norteamericano, o un inglés. Llenarme la boca de sangre sajona. Dulzona, y con gusto a cerveza tibia.
Desconfío de la carne rusa. Un tipo alimentado a vodka y ensalada de papa, mayonesa y huevo, no puede tener buen sabor. Aunque no he conocido nadie que se haya desayunado un ruso. Es posible que los rusos, conserven aquella costumbre de Rasputin de tomar pequeñas dosis de veneno para hacerse más resistentes. Sin embargo, pienso que cabe la posibilidad, que ellos las tomen para ir muriendo de a poco. No debe ser sano comerse un ruso.
¡Con qué ganas me cenaría una de esas mujeres de medio oriente, esas que andan con un velo y el cuerpo tapado! Una carne que ha sido protegida, tan eficientemente de sol, debe tener un gusto particular y no ese gusto ordinario que tiene un gordo panzón que se tira todos los veranos a cocinarse lento al sol en un balneario barato. Sin duda alguna, un tipo que hace eso, está deseando ser comido.
Un buen caníbal no ha de tener horarios. Entiendo que algunos les puede parecer inconveniente desayunarse un humano, y andar todo el día digeriéndolo, con el riesgo de eructar con gusto a carne humana en una sala de reunión o frente a un cliente.
Pienso, un buen caníbal, debe tener su lado experimental. Repetir recetas, puede resultar aburrido. Se deben descubrir nuevas fórmulas y combinaciones. Un buen caníbal debe estar dispuesto, por ejemplo, a saltear un peruano y un francés, o hervir un gallego en la sangre de un italiano, o condimentar un judío con gotitas de cordobés. O simplemente cocinar a baño María a un pobre distraído del barrio de Nuñez.
Mal siento mi vida, esta, en la que no he inventado nada, ni siquiera una receta para comerme un humano, uno grande o uno chico. Siempre he seguido recetas de otros, y algunas sé que dan resultados, pero aún no lo he logrado. He visto más de un buen compañero caníbal, con carne entre los dientes, aun rosa, y sangrienta, deliciosa. Y yo, mirando, queriendo clavarle un palillo para poder arrancársela y degustar, para saber que se siente comer un trozo de humano, pero ni mierda. Me he tenido, siempre que conformar con migajas, de vaca, de pollo, de cerdo. Y por más que me han comentado que ciertos humanos saben a cerdo y otros a pollo mojado, nunca he sabido si me han dado inglés por cerdo, o chino por pollo. Y aún así, desconfió de mi mismo. Tal vez me haya comido algún humano desorientado, sin darme cuenta. Pero sobretodo, porque no tengo la certeza si un día de estos no me voy a levantar con ganas de comerme, de hincarme un diente, disfrutarme de a poco, a mi mismo, en soledad, sin convidar de mí, a nadie. Por mucho que me lo pidan.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Los mocos, las uñas y los pellejitos de los bordes del dedo, cuentan como auto-fagia?.

Pipistrela dijo...

Un par de cosas: Comerse a un pobre distraído del barrio de Núñez es lo que en criollo se conoce como puchero de gallina (perdón). Me gusta comerme los padrastritos y de vez en cuando me gustaría morder gente. Pero de una manera cariñosa. A esa gente que me inspira mucho cariño me dan ganas de morderle el brazo o el cachete.

Lucía-yoquemebusco- dijo...

A ¿vió? a mi me pasa lo que a Pipistrela e incluso más...
Primero me espanté al leer que usté' tiene una visión tan perversa del canibalismo. Luego sí, claro, lo entendí; seguramente a usté', que tan sabiamente ama a la mujer pecosa, a la mujer dulce y suavecita que le deja a uno las ganas de vivir en ella, seguramente decía, usté' nunca haya experimentado una buena mordida de una mujer así acaso. No hablo de las mismas mordidas que usté' menciona, no, hablo de las mordidas pasionales, de las mordidas que nutren, de las mordidas que acobijan ¿sabe? ¡así si que es lindo morder y ser mordido!
Decía yo que también me gusta morder (e incluso a veces hasta razgar) los padrastros, los dedos mismos, las gomitas y también a las personas que me inspiran cariño me gusta morder sí pero además a la que despierta mi lujuria. Morder es, para mi, un acto de amor, de acercamiento, lamentablemente no siempre se decodifica correctamente y muchas veces termino causando solamente un moretón temporal. Creo que Freud le llamaba a esto "angustia oral" pero lo cierto es que mis angustias corren por otros caminos, a través de mis dientes solo demuestro amor.

¡salú!

Lucía

TrapecistadeCordón dijo...

Jajaja, bueno, yo creo mucho en la pulsión romántica-canibalística. “Te como a besos”, es una metáfora bastante acertada en algunos casos (Recuerdo: http://trapecistadecordon.blogspot.com/2009/09/voy-comerte.html”). Incluso, el canibalismo “bebal” que uno experimenta con los bebes que lo rodean, mi sobrino y mi ahijada en mi caso. (Me acuerdo de “http://trapecistadecordon.blogspot.com/2011/02/que-carajo-es-el-amor.html”).
Así que apoyo 100% aquello de morder, tierna y dulcemente a quien corresponda. Preferiblemente zonas carnosas.
Hablando un poco del post, como para no quedar tan perverso, digo: tengo la suerte de que mi profesora de canto estudia licenciatura en arte, y entre vocalización y vocalización le preguntó acerca de lo que está estudiando puntualmente. Hace poco me contó acerca del Movimiento Antropófago, y cuando empecé a leer un poco el manifiesto, me encantó (lo que entendí, que no fue todo), y, aunque no es la idea de aquello, empecé a pensar en que sí, somos un poco caníbales todos, no en un modo literal. Me he sentido pasado por encima tantas veces, “comido” por algunos que intentan justificar sus medios con sus fines, sin importarles nada más. Y aún así, a pesar de saber lo que es ser “comido”, no estoy tan seguro de no haberlo hecho yo, de no haberme comido alguno. Y ese ego tan grande que nos termina dominando, me hace pensar que, tal vez, nos terminemos comiendo a nosotros mismos, lo que somos, para lograr un objetivo. Yo defiendo el valor de la trama, y que los medios justifiquen el fin. Los medios dignos y sinceros son la forma de llegar a un desenlace glorioso. Si no se alcanza la gloria, pues hay que seguir intentando, seguir fallando, pero fallando mejor. No lo escribí con la intención de ponerlo en el blog, me parecía que se podía interpretar hasta medio xenófobo, pero bueno, lo hice, y lo banco.

Y no conozco a nadie que se coma las uñas, solo se las recortan con los dientes, que no es lo mismo. El caso de los padrastritos, es lógico.

TrapecistadeCordón dijo...

¡Gracias por los comentarios!

:)

neveluz dijo...

jajaj buenisimo! leerlo me dio esa risa mezclada con ayayay que terrible! hay una canción de pescetti que habla de un niño canibal..la conoces?
Más allá de la gracia que pueda dar reconocer en uno mismo la presencia de ese impulso/deseo por morder cariñosa-tierna o pasionalmente a otro humano..tu texto me resultó muy profundo..me deja pensando...una vez mas, gracias.