No deseo ser realista, pretendo escribir música pero con palabras, porque los recuerdos suceden con música. Tengo trucos en el bolsillo y cosas bajo la manga, pero no quisiera ser un prestidigitador común. Pese a todo, no he podido determinar, si quiero mostrarles la verdad con la apariencia de la ilusión, o por el contrario, la ilusión con la apariencia de la verdad.....las palabras me preceden, me sobrepasan. Tengo que tener cuidado: sino las cosas se dirán sin que yo las haya dicho. Así como un tapiz está hecho de tantos hilos que no puedo resignarme a seguir solo uno....mi enredo surge porque una historia está hecha de miles de historias....



lunes, 6 de febrero de 2012

Alicia y las nubes.

“A los que contemplan la luna,
las nubes a veces ofrecen una pausa”.
Matsuo Basho.
Mira Alicia, allá, alto y arriba, como se van deformando, de a poco. Es aleatorio. Un mar blanco, casi de leche, casi de espuma, que se mueve, en la tranquilidad.
Son frías, piensa Alicia, cuando debieran ser templadas. ¿Hará frío allá arriba? El calor trae alegría, recuerda haber escuchado; como si la felicidad dependiera del clima. ¿Qué le queda al frío? El frío debe ser algo más quieto. ¿O no? O tal vez, más sereno, más calmo.
Alicia las piensa frías, pero las piensa sin certezas, porque vale andar pensando en lo que uno no sabe. En lo que se desconoce totalmente, e imaginarlo, adivinarlo, con razonamientos entorpecidos de inocencia y trucos de libertad plena, que no obliguen a la mente a entender que uno más uno es dos sino a aceptar, sin más obligación que la de rendirse ante la belleza de las cosas, sin cuestionarse si el cielo es azul o celeste o el mar es verde o azul.
Y sabe Alicia, que si cuenta lo que imagina, puede pasar por tonta, o por viva. Y puede despertar risa, o indiferencia. Y vale la pena, por esa risa. Pero también, por la indeferencia, para saber que la próxima será mejor regalar un poco de silencio o hablar de lo que vio en la televisión la noche anterior.
Piensa Alicia en un pingüino, y en un panda. Un pingüino va de etiqueta. ¿Y el panda? No. Y tal vez, no tiene que ver con lo que otro podría ver: allá, alto y arriba. Pero piensa en lo blanco, y se da cuenta porque se deforma lo que imagina. Porque, un poco, ese mar blanco tiene forma de pingüino, y otro poco de panda, y otro poco de árbol coposo. Y le da la forma que quiere.
Alicia piensa, y dice, me dice, te dice, nos dice:
-Las nubes son el algodón de Dios.
El resto, va por cuenta de nuestra imaginación, pura o no.






PD: Las fotos son de los caminos de Jujuy y Salta. Argentina.

3 comentarios:

Escuela de Letras Libres dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Equilibrista dijo...

Me encantó :) Hemos concidido en Alicias en nuestros últimos posts, aunque creo que la tuya me gusta más :)

María E. Pérez Mantilla dijo...

Sencillamente hermoso, es la sensación de inocencia e imaginación. Me encanto.