No deseo ser realista, pretendo escribir música pero con palabras, porque los recuerdos suceden con música. Tengo trucos en el bolsillo y cosas bajo la manga, pero no quisiera ser un prestidigitador común. Pese a todo, no he podido determinar, si quiero mostrarles la verdad con la apariencia de la ilusión, o por el contrario, la ilusión con la apariencia de la verdad.....las palabras me preceden, me sobrepasan. Tengo que tener cuidado: sino las cosas se dirán sin que yo las haya dicho. Así como un tapiz está hecho de tantos hilos que no puedo resignarme a seguir solo uno....mi enredo surge porque una historia está hecha de miles de historias....



domingo, 18 de septiembre de 2011

A veces uno se cree que las pupilas tienen lengua y pueden soltar palabras. Te miro lento, y entrecierro el ojo izquierdo, me pongo bizco del derecho. Y nada. Pruebo cerrándolos con fuerza un instante, y obtengo el mismo resultado. Cierro sólo uno, el derecho. No veo ningún cambio en tus ojos. ¿Será que nuestros ojos hablan idiomas diferentes? ¿O será que los míos hablan de una forma muy despelotada?

¿Será por eso que corro luego a escribir? ¿Es para eso que uno escribe? ¿Para decir lo que dicen los ojos? ¿Para poder ordenar lo que dicen los ojos, que se despelotan cuando te ven? ¿Para poder  primerear lo primero, segundear lo segundo, y ultimar lo último? ¿Para poner las cositas de uno en piloncitos prolijos? ¿Para poner a mano las respuestas que uno no puede improvisar?

Ordenemos lo que dicen los ojos, aunque para mi, dentro de un completo orden, no hay lugar para un pensamiento nuevo. No hay lugar para inventar, ni para imaginar. En contraste, el completo desorden, es un cúmulo de ideas que intentan pasar todas al mismo tiempo por el mismo lugar y se quedan atrancadas.

En fin; me siento e intento traducir lo que dicen mis ojos, porque la censura es algo feo. Pero la autocensura, es muy pelotuda.

2 comentarios:

Tamara Dawi dijo...

¡me daba intriga saber qué de lo que veía le complicaba tanto la existencia!

Ma. Elena Torres dijo...

Dicen que los ojos no mienten pero me temo que son algo traicioneros. Detenerse para mirar la propia mirada es tarea harto difícil con la que se corre el riesgo de tambien quedar engañado.