He sentido miedo.
Miedo tonto, miedo de mierda, miedo romanticón, miedo absurdo, miedo miedoso. Miedo mieloso, pegajoso, torpe.
Me acostado con miedo, y se me ha desvanecido el miedo en el sueño, tal vez, se quedo dormido. Miedo cagón, miedo dormilón.
Me ha abordado, el miedo de liberación, el miedo de ser siempre igual. El miedo a no aprender, ni siquiera de este miedo con manos de dedos largos, larguísimos, y uñas que se enganchan en mi espalda. De este miedo feo, como una nota desafinada. De este miedo ordinario, que eruta en voz baja y se saca la comida de entre los dientes con un tenedor.
El miedo me mira, me hace burlas desde su máscara de gestos pelotudos. Y pensar que estaba seguro que a esta edad, nadie me iba a faltar el respeto.
¡Basta miedo! Me aburrís, con tu trama de miedo mierdoso.
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